En “Vientos de Agua”, Andrés Olaya, interpretado por Ernesto Alteiro, será expulsado de su terruño en España por la pobreza, el dolor por la pérdida a raíz de la muerte de su hermano, la inseguridad y el terror a ser juzgado. Para empezar una nueva vida, Andrés tiene que morir y reencarnar, su muerte simbólica da paso al nacimiento de José, que emprenderá con esfuerzo una nueva historia en una América que prometía oportunidades y que muchas veces no cumplía. La Argentina se presentará, entonces, como un destino atractivo para los inmigrantes debido a la promesa de una vida mejor y de oportunidades laborales y de crecimiento.

Años más tarde, será su hijo Ernesto (Eduardo Blanco) el que se sentirá atraído por el Viejo Mundo el cual le ofrecerá una nueva oportunidad.

Ernesto y su familia sufrirán las consecuencias de la crisis económica del 2001, siendo asfixiados por una realidad que les impondrá un desafío detrás de otro, vislumbrando en la partida el único camino que les permita proyectar un futuro más próspero. Entre los factores que los expulsan y los convierten en migrantes se encuentran la pérdida de empleos, la falta de oportunidades y la inestabilidad social, fenómenos todos que propician el movimiento de personas en búsqueda de escapar del caos y la incertidumbre.

Para Alejandro Grimson, en La experiencia argentina y sus fantasmas, la crisis del 2001 provocó «un cambio en el modelo económico y una transformación en la estructura social de Argentina». Este cambio produjo la fragmentación de las clases medias y la marginalidad de amplios sectores sociales, incluyendo aquellos que antes vivían en la pobreza extrema. Como resultado, muchas personas se vieron obligadas a migrar hacia otras regiones del país y fuera de él, en busca de trabajo y mejores condiciones de vida².

En la serie se ve claramente el dolor del adiós: con el recurso del flashback se observa cómo desde distintos puntos de partida, los protagonistas buscan torcer las realidades que los atraviesan escapando del dolor, la miseria y la desesperación que les provoca la realidad que los rodea.

Por otro lado, la serie destaca diferentes factores de atracción de la migración, presentando nuevas oportunidades a la familia protagonista que encuentra un lugar donde establecerse, comenzar de nuevo y construir un nuevo hogar. Este aspecto de la migración está relacionado con la postura de la socióloga Saskia Sassen, quien sostiene que las ciudades globales actúan como «espacios de oportunidad» para los migrantes, ya que son lugares donde se concentran el poder económico, político y cultural³. Los Olaya verán en el Viejo Mundo la oportunidad para empezar de nuevo y prosperar.

En “Vientos de agua” también podemos advertir que la migración no solo es un proceso producto de la expulsión y la atracción, sino que además representa la resistencia y la lucha frente a realidades que unen a la familia y a sus allegados con el objetivo de atravesar los desafíos que se les presentan, tales como el acceso a una vivienda digna y un lugar para establecerse.

Con respecto a este reflejo de tomar el control de sus propias vidas y de las decisiones que determinarán sus destinos, es la propia ONU la que sostiene que la migración puede ser un proceso de «empoderamiento» para los migrantes, ya que les permite construir sus propias redes y formas de sociabilidad para enfrentar las dificultades que surgen en el proceso⁴.