El transparente de la Catedral de Toledo – El Triunfo del Churrigueresco

por Lic. Jorge Rigueiro García FyL – UBA – FHE

Un torbellino barroco de luz, movimiento y exaltación de la Fe: el Transparente de la Catedral de Toledo. Joya churrigueresca inigualable.

Avanzado el S XVII, se diseñaron los primeros bocetos de una capilla para el trascoro en la girola de la Catedral de Toledo, Primada de todas las Españas, con la intención de “actualizar” un transparente existente del S XVI y más darle luz natural a la girola y el trascoro. Este tramo, donde los plementos cuatripartitos alternan con la bóveda “en Y”, generan la posibilidad de crear espacios abiertos en abanico en un gótico maduro que ya demostró monumentalidad. Así, sobre esta base y con un proyecto propio, Narciso Tomé realizó entre 1720 y 1732 con la ayuda de sus propios hijos, una de las obras churriguerescas más dramáticas, teatrales y deslumbrantes que el arte hispano creara para el episcopado de Don Diego de Astorga y Céspedes, quien costeó la obra y dispuso su enterramiento a los pies de la misma.

El óculo.

Destinada a crear una zona de iluminación natural sobre el cerramiento esculpido de la Capilla del Sagrario en el Coro, se realizó una obra más arquitectónica que escultórica y más etérea que corpórea. La abertura en el techo de la bóveda de la primera girola, permitió también que, en torno del óculo, se dispusieran esculturas y pinturas que sobrepasen el marco arquitectónico de las soberbias nervaduras y que en este despliegue, los grupos escultóricos dispuestos sobre la capilla funeraria del Obispo benefactor, resalten teatralmente las figuras representadas en un complejo plan iconográfico.

Su diseño permitió realizar el alzado de un altar con un retablo de tres cuerpos, donde la calle central es más ancha e importante que las laterales. Digno hijo del Barroco, el juego de su acusada concavidad contrasta con la convexidad de la girola sobre la que se dispone, creando así un juego de curva y contra-curva. En la base, una mesa del altar concebido como una caja relicario y encima, sobre la predela, empieza una apoteosis escultórica y de luz con la Virgen de la Buena Leche en Majestad, esculpida en mármol de Carrara. 

En el segundo cuerpo, arranca realmente el complejo del transparente que ilumina el sagrario: rayos refulgentes de un sol de bronce, salen del espacio oscuro de la Reserva o torre Eucarística, donde se guarda el Santísimo cuando no es está disponible a la veneración. A su alrededor y rodeado de nubes, ángeles y cuatro arcángeles dispuestos en escorzos complicados se arremolinan en torno de la rosa que es centro de los rayos dorados. El conjunto está rematado en el ático con una representación de la Última Cena, sobre la cual, en un frontón partido se hallan las figuras alegóricas de la Fe, la Esperanza y la Caridad.

En los laterales del conjunto, a la izquierda aparecen figuras de los santos Eugenio y Leocadia y a la derecha san Ildefonso y santa Casilda. Frente al retablo, el óculo también lleva esculturas y pinturas al fresco sobrepuestas al espacio arquitectónico, como las que Giovanni Battista Gaulli realizara para el Gesù en Roma, aprovechando el espesor y resistencia de la bóveda gótica. En él, escenas pintadas y esculpidas con claro sentido eucarístico, generan una suerte de gran conjunto alegórico teatralizado que cambia de expresión a medida que pasan las horas del día y fluctúa la luz que impacta en él. ¡Toledo, vale el viaje y el Transparente es una exquisitez para contemplar largamente!

El conjunto.
Todo el conjunto.

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