A cargo de la por la Prof. y Lic. Martina Diaz Sammaroni (UNMDP)
“Los espectadores no asisten al carnaval, sino que lo viven,
ya que el carnaval está hecho para todo el pueblo.
Durante el carnaval no hay otra vida que la del carnaval”.
Mijaíl Bajtín, La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento
Dicen que en la vida hay un momento para todo: para jugar, estudiar, enamorarse, trabajar, descansar y… para romper las reglas. ¿Acaso es posible imaginar una época del año en el que la única norma sea divertirse? Sin lugar a dudas, la población de Santa Cruz de Tenerife gritaría a viva voz que sí. Su carnaval, la fiesta del revés por excelencia, es considerado el segundo más importante del mundo, luego del de Río de Janeiro, Brasil. Cuando el frío se apodera del hemisferio norte, entre enero y marzo, se despierta el espíritu jocoso y alegre de los hombres y las mujeres de Canarias. La isla entera se prepara para una explosión de colores, música y juegos que se lleva por delante las obligaciones y la rutina de manera temporal.
En relación a ello, Carmen Marina Barreto Vargas sostiene que, en esta festividad, “[…] se crean las condiciones en las que mejor se realzan los elementos de identidad del pueblo, permitiendo así su diferenciación”. El perfil de espectáculo popular y la fastuosidad de los preparativos, que cada año asumen una temática especial, le valieron su declaración en 1980 como “fiesta de interés turístico internacional” por la Secretaría de Estado de Turismo. Asimismo, desde 1987, figura en el libro de los Records Guinness por la mayor participación de público —más de 200 mil personas— en un baile celebrado en lugar abierto.
Las primeras referencias escritas que dan cuenta de su celebración, datan del siglo XVIII y corresponden a testimonios de los visitantes, así como a disposiciones de orden jurídico que buscaban regular algún aspecto de su organización. Desde entonces hasta la actualidad, ni siquiera la instauración de la dictadura de Miguel Primo de Rivera primero (1923-1930) y Francisco Franco después (1936-1975), o incluso la reciente crisis sanitaria provocada por el COVID-19, anularon la posibilidad de disfrutar de la magia que envuelve su razón de ser.
De manera general, el Carnaval es una festividad de origen medieval que hunde sus raíces en la Antigüedad, combinando elementos paganos con elementos cristianos. Cuando el tiempo astronómico fue vinculado con el litúrgico cristiano, la tradicional fiesta de invierno se convirtió en el símbolo que anunciaba la proximidad del período de Cuaresma, caracterizado por la abstinencia y la penitencia. En consecuencia, los días de Carnaval se convirtieron en la oportunidad para morir y renacer. Según Mijaíl Bajtín, “[…] el curso de la fiesta sólo puede vivirse de acuerdo a sus leyes, es decir, de acuerdo a las leyes de la libertad”. De esta forma, los hombres y las mujeres aprovechaban este tiempo del año para liberar las tensiones profundas que los enojaban o angustiaban, a través del juego y la risa, uno de sus componentes fundamentales.
La estructura de la fiesta se divide en tres momentos clave: las vísperas, los días principales y la despedida. Así, el aire de la isla comienza a cambiar con la presentación del cartel y del programa, así como con el llamado a concurso de los grupos que participan en ella. De hecho, uno de los momentos más interesantes es el certamen denominado “la canción de la risa”, que premia a las canciones más ocurrentes y graciosas. Fiel al alma de esta festividad, la parodia y la ironía ácida permiten abolir las relaciones jerárquicas y criticar la realidad social y política con un gran sentido del humor. No obstante, uno de sus “platos fuertes”, como así lo describe el portal oficial del evento, es la gala de elección de la Reina. Veamos por qué.
Tan importante es, que su desarrollo suele retransmitirse para todo el país. El miércoles previo al fin de semana del Carnaval, las candidatas a Reina y Damas de Honor, en un escenario de enormes dimensiones —entre 1200 y 2000 m2— desfilan haciendo ostentación de fastuosos trajes de diseñador confeccionados con plumas, plástico, metal, telas brillantes y pedrería. He aquí un curioso detalle: su peso, de aproximadamente 150-200 kilos, ¡obliga a las participantes a ayudarse de ruedas para desplazarse! Además, su elevado coste, exige el necesario sponsor de empresas multinacionales, organizaciones culturales y asociaciones de vecinos para hacer frente al abultado presupuesto. Por otro lado, aunque las protagonistas son las jovencitas de entre 20 y 30 años, también las niñas y las personas de tercera edad tienen su momento de esplendor: desde 1975 se realiza la elección de la Reina Infantil del Carnaval y, desde 1984, la Reina del Carnaval de los mayores.
Las comparsas, las murgas, los grupos coreográficos y una gran variedad de creativos personajes, llenan de magia y alegría los corazones de los asistentes, haciéndolos vibrar al son de la música que marca el retumbar de los tambores. Ya instalado definitivamente el espíritu festivo, el viernes, la famosa “Cabalgata” se convierte en el símbolo que anuncia el comienzo oficial del evento. Se trata de una gigantesca y despampanante serpiente, compuesta por miles de personas que se vuelcan a recorrer las calles con disfraces y máscaras de todo tipo, acompañadas por la Reina del Carnaval, las Damas de Honor y numerosas carrozas. El público, expectante y emocionado por el despliegue de ritmo, color e ingenio, se prepara así para el disfrute, el placer y el júbilo que se apoderará de la isla en los próximos días.
Así pues, por las calles santacruceñas hace su aparición una sardina gigante hecha con piedra y cartón, acompañada en sus últimos momentos antes de ser quemada, por una gran multitud vestida de luto, “las viudas”, quienes van lanzando gritos y llantos desconsolados. Se trata de un funeral bizarro e irreverente, en el que los hombres y las mujeres se caracterizan como si fuesen parte del clero, simulando dar bendiciones y sacando a relucir todo tipo de objetos y elementos fálicos. El fuego, símbolo de purificación, anuncia la llegada de la Cuaresma, tiempo de reflexión religiosa y espiritual.
Para el 2022 la temática del Carnaval estará inspirada en la ciencia ficción. Se tratará de un universo paralelo, repleto de novedades y tecnología, en el que se intentará recrear el sistema solar. En consecuencia, la explosión de colores y luces será la norma, representando un gran desafío para los diseñadores y las personas encargadas de la planificación del evento. Así, luego de un paréntesis provocado por el Coronavirus, esta gran festividad se prepara para llenar de nuevo de ilusión al corazón y al alma de la isla: su gente.
Bibliografía:
Bajtín, M. (1974). La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento. Barral Editores.
Barreto Vargas, C. M (et al.) (1993). El Carnaval de Santa Cruz de Tenerife: un estudio antropológico.
Sitio web oficial del Carnaval: https://carnavaldetenerife.com/