Los Girasoles Ciegos: cuando la tentación y el deseo se vuelven pecados mortales

Artículo realizado por Aldana Belén Sgandurra.

Queridos y queridas lectores y lectoras de la sección:

Llegamos al mes de noviembre presentando la última entrega de este ciclo 2023 con la alegría de la labor cumplida y despidiéndonos hasta el próximo año en el que les ofreceremos propuestas atractivas y renovadas.

Nos convocan la pasión y la atracción por el cine y la historia. Y si ustedes están a nuestro lado a lo largo de todo el año, leyendo estas líneas, muy probablemente también sientan la misma pasión y la misma atracción por este camino de encuentro que reúne pasado e imagen. Esperamos haber sido una alternativa para la reflexión, el diálogo y la necesaria distracción, en tiempos como estos en donde detenerse y estimular el pensamiento propio y el del otro son tareas que urgen.

¡Muchas gracias por acompañarnos y hasta el 2024!

María Fernanda López Goldaracena
Coordinadora de la Sección ¡Una Historia de película!

Con la llegada de Francisco Franco al poder en España, el país tuvo que afrontar un cambio trascendental. Su gobierno dictatorial comenzó en 1939, al terminar uno de los sucesos más cruentos de su historia, la Guerra Civil española, y finalizó con la muerte del dictador en 1975. Durante este año 2023 en la sección ¡Una Historia de película! trabajamos desde diferentes aspectos esta etapa tan compleja, la cual invita a ser analizada desde diferentes aristas, pero llevando a compartir un mismo pensamiento: las guerras y las dictaduras fueron, son y serán una herida en los pueblos que vivenciaron estos trágicos sucesos marcando su historia para siempre.

Escena de Los Girasoles Negros (2008).
Escena de Los Girasoles Negros (2008).

El franquismo al igual que el nazismo o el fascismo, buscaron dejar una huella en la historia sin importar el costo que eso conllevara; esto requirió de un trabajo minucioso sobre pensamientos o ideales al predominante siendo cancelados y censurados, y quienes los enarbolaban perseguidos, torturados y asesinados. Esta misma realidad se refleja en el film “Los girasoles ciegos”, película española dirigida por el realizador José Luis Cuerda, estrenada en el 2008.

Basada en el libro de relatos homónimos del escritor Alberto Méndez, la película se centra en los años cuarenta, durante los inicios de la dictadura de Franco; el director coloca como piezas de ajedrez a cada uno de los personajes permitiendo adentrarnos en la historia de una manera inmediata. La película se articula en torno a la familia Mazo, integrada por la madre, Elena (Maribel Verdú); el padre, Ricardo Mazo (Javier Cámara); la hija mayor, Elenita (Irene Escolar) y el hijo menor Lorenzo (Roger Príncep). Ellos cuatro deberán sortear una peligrosa misión: ocultar a Ricardo del ejército franquista, ya que su participación en el bando republicano y sus escritos con ideales masónicos e izquierdistas lo convierten en enemigo de la España franquista. Su mujer y sus hijos deberán vivir en una actuación constante hacia el exterior, ya que para el resto de las personas Ricardo había muerto en el frente de batalla durante la Guerra Civil. Sin embargo, esta situación se verá truncada con la llegada del diácono Salvador (Raúl Arévalo) al pueblo de Galicia en el que ellos viven. Él se acercará a la familia Mazo atraído por un sentimiento prohibido, el deseo de casarse con Elena. Esta situación pondrá en jaque todo el plan diseñado por la familia para esconder la verdad y próximamente escaparse, encontrando por fin la libertad.

Escena de Los Girasoles Negros (2008)
Escena de Los Girasoles Negros (2008)

La realidad de la guerra, tortura y desorienta

La familia Mazo debe eludir escenarios sumamente complejos y difíciles, no solo esconder al padre del ejército nacionalista sino perder a su hija, Elenita. Ella debe huir del país con su novio, Lalo (Martin Rivas), estando embarazada, ya que él también es buscado por la policía por su ideología comunista; por tal motivo, deciden fugarse a pie a Portugal. Elenita se despide de su familia, dejando un profundo vacío en su madre y su padre; sin embargo, saben que es la mejor decisión; quedarse en España sería una condena a muerte para ellos. Por tal motivo, emprenden viaje; sin embargo, el derrotero no será el esperado, ya que Elenita sufrirá dolores y molestias por el embarazo en su caminata a la frontera de Portugal.

Mientras tanto, la familia Mazo continúa viviendo en Galicia una realidad totalmente compleja. Esconder a Ricardo se vuelve una tarea difícil pero no imposible, ya que el amor de Elena y su hijo Lorenzo iba a ser suficiente para afrontar esta realidad. Sin embargo, la película comienza contando la historia de Salvador, un diácono que participó de la Guerra Civil como militar. Allí debió dejar de lado su hábito y sus rezos para tomar las armas y pelear bajo la orden de la Iglesia apoyando al bando nacionalista. Salvador se encuentra inmerso en un gran dolor que lo acompaña desde el campo de batalla, fusilar compañeros y pelear en la guerra son recuerdos que lo torturan a diario.

El diácono se encuentra desorientado, perturbado por sus pecados, no puede encontrar la paz ni volver a encaminarse en sus tareas religiosas. Ante esta situación, el rector del Seminario y padre espiritual de Salvador, que lo estaba escuchando cita una frase que hace alusión al nombre de la película, los girasoles ciegos. En esta parte el director juega con el significado de las palabras en la filmografía:

“La Biblia, que es muy sabia, es también muy bonita, muy hermosa, muy poética. En un punto, para referirse a quienes se hayan desorientados, dice de ellos que son como los girasoles ciegos. No ven la luz del sol, andan perdidos. Pero hay sol. Hay luz, Salvador. Y ella nos guía.”

De esta manera, el José Luis Cuerda le deja al espectador una idea abierta sobre la situación que acontecía a Salvador, ya que sus vivencias lo estaban desorientando y creando una oscuridad en su interior que no le permitía seguir adelante, sino estancarse. Debía, de alguna manera, encontrar una luz que lo encaminara y guiara nuevamente. Para Salvador, esa luz podría hallarla en las tareas religiosas o en las activades mundanas.

Escena de Los Girasoles Negros (2008)
Escena de Los Girasoles Negros (2008)

Los nuevos comienzos no siempre son como uno espera

Salvador es enviado por el rector del Seminario a Galicia. Allí trabajará en la escuela “Sagrada Familia”. El diácono deberá adaptarse a las nuevas normas y reglas de esta institución; aquí el director utiliza la simbología de una manera constante y explícita para dejar marcado el adoctrinamiento de la Iglesia al poder de Francisco Franco, con el uso de banderas, cuadros, escudos y hasta el saludo por las mañanas con los estudiantes apoyando al nacionalismo en España. En esta misma institución estudia Lorenzo Mazo, y será esta situación la causante del encuentro entre Salvador y la madre de Lorenzo, Elena, a quién verá cada día y quien despertará en él diferentes sentimientos de deseo, obsesión y angustia.

Mientras tanto, el director continúa jugando con el vaivén de los personajes y sus historias. Elena, para poder subsistir, trabaja como modista para una tienda del pueblo. Ricardo, escondido detrás de un armario de la habitación principal de su casa, traduce, a su gran pesar, textos del español al alemán respaldando las acciones de Hitler en Alemania y su apoyo a España durante la guerra. De esta manera Elena puede vender estos escritos en una editorial que los compra y publica. Sin embargo, esta situación se hace cada vez más complicada e insostenible para él, ya que su vida entre las sombras le pesa con el correr del tiempo. Los horarios marcados para abrir y cerrar las ventanas, los ruidos extraños que alertan a Ricardo para ingresar a su escondite, la espera constante de un cambio en la política lo persiguen, cayendo en momentos de desolación y angustia que no tendrán remedio.

Elena, una mujer bella, elegante y discreta deslumbra a Salvador, quien cada mañana espera la llegada de Lorenzo y su madre para poder verla y compartir un breve tiempo con ella; sin embargo, estos intentos serán en vano, ya que Elena busca mantener el menor contacto posible con él. Su accionar y su comportamiento la alertan, comenzando a sospechar que el diácono podría estar investigando a su familia. Sin embargo, Salvador no está enterado de la realidad, simplemente sabe que Elena es viuda y su situación de vida es compleja y delicada; por tal motivo, decide pensar en una estrategia para acercarse a ella y mantener un mayor contacto. El diácono le comenta a la mujer la importancia de que su hijo estudie para ser sacerdote y el potencial que tiene para dedicarse a la tarea de la fe, proponiendo ayudarla también con una beca en la escuela.

Salvador cada vez más obsesionado y perseguido por los sentimientos hacia Elena, decide hablar con el rector del Seminario, quien lo escucha y confiesa recalcando la importancia de soportar “el pecado original”, aunque “la tentación duela más que el pecado”, ya que el para el sacerdote este último llega a su final con el perdón de Dios, en cambio, la tentación es interminable. Por ese motivo, Salvador tiene que hacer hasta lo imposible para vencer el placer de la carne y continuar dichoso en el sendero de la fe. No obstante, el diácono se mostrará, a lo largo del film, cada vez más desorientado; sus recuerdos de la guerra y sus placeres se volverán más presentes y adictivos. Elena constituirá la figura clave en esta situación de perdición.

Lo que resultaría un cambio radical para Salvador, terminó siendo un calvario como su experiencia en la guerra; la aparición de Elena fue un quiebre, un cuestionamiento a sus elecciones de vida y sus creencias. Otro comienzo que se vio truncado y terminó de la manera más trágica fue el de Elenita y Lalo. Luego del parto, la hija mayor de los Mazo muere, y al poco tiempo su bebé. Lalo, como los girasoles ciegos, desconcertado y totalmente perdido busca huir del país a través de la frontera con Portugal; allí la policía española lo intercepta junto con el cadáver de su hijo ya fallecido y lo asesina. El director muestra en esta escena la lamentable situación que debían vivir los que eran partidarios de una ideología contraria.

La represión franquista persiguió, torturó y asesinó a miles de inocentes que buscaban huir en busca de nuevas oportunidades e inicios fuera de su país natal, de su familia, amigos y conocidos. Los propios ciudadanos libres se convirtieron en esclavos de sus propias vidas, viviendo escondidos durante años para no ser encontrados.

El pasado regresa para recordar viejos fantasmas

El tiempo transcurre, la vida de los Mazo se torna cada vez más sumida en el desamparo, la tristeza invade su hogar, la vida en sombras comienza a despertar antiguos fantasmas que con el amor y la calidez de la familia se intentaron disipar en los comienzos. Con cada día que pasa, crece la obsesión de Salvador por Elena. Diseñar un plan para verla, para acercarse a ella vuelve al protagonista un ser macabro y oscuro.

Salvador decide comenzar a investigar la vida de los Mazo. Dos cuestiones resonaban en él constantemente: si Elena era realmente viuda y qué había sucedido con su marido. Por tal motivo, recurre a un compañero militar de su pasado en el ejército, el cual al trabajar en los registros políticos le permite conocer la verdad. En su búsqueda, encuentra las respuestas que con mucho sacrificio los Mazo intentaron ocultar. Ricardo estaba vivo, no había muerto en el frente de batalla y, por lo tanto, Elena le había mentido. El diácono se enfurece creyendo que había jugado con él durante todo este tiempo a fin de sacar provecho de la situación, haciéndole desear lo prohibido para ocultar una oscura verdad.

Mientras tanto, Ricardo en su casa recibe por un diario español la noticia de que Lalo había sido asesinado en la frontera con Portugal, y que su mujer e hijo habían fallecido. En aquel momento, el director no busca describir el dolor a través del llanto y la desesperación, sino del silencio, de la desorientación, de la fortaleza que caracterizaba a este personaje para seguir manteniendo en pie a su mujer y a su hijo. Sin embargo, no será el único golpe que recibirá Ricardo y su familia.

Salvador, invadido por una gran ira, mezclada con deseo y obsesión, abandona el Seminario, deja de lado su ropa de diácono y decide vestirse con su antiguo traje de militar, aquella vestimenta que le permitió cometer atroces asesinatos y torturas con el objetivo de defender al poder de Franco y pregonar una ideología marcada por el terror y la censura. El pasado de Salvador se apodera de él, y decide visitar la casa de los Mazo. Elena lo recibe con temor, mientras que Salvador, enceguecido por el deseo que le provocaba aquella mujer, decide abalanzarse hacia ella para hacerla suya por la fuerza. Elena, en pequeños momentos se muestra frágil ante los besos del antiguo diácono, pero su desesperación y rechazo son más fuertes pidiendo auxilio y huyendo de sus brazos en busca de ayuda. Es allí cuando Ricardo sale de su escondite para salvarla, sin importarle las consecuencias que esta decisión podría traerle. Al verlo, Salvador queda anonadado por segundos, hasta que comienza a abrir las ventanas gritando para que den aviso a la policía de que en aquella casa se escondía un “rojo”.

Los deseos se convierten en pecados mortales

El director en toda la escena le permite al espectador adentrarse en una suerte de sentimientos encontrados, desesperación, dolor, injusticia e intriga, los mismos que se ven reflejados en cada uno de los personajes que participan de ella. Ricardo totalmente desesperanzado como aquellos girasoles ciegos, sin la posibilidad de encontrar luz, ni una respuesta ante esta situación, decide despedirse de su mujer y su hijo quienes desde un pasillo lo contemplan. El padre de Lorenzo decide suicidarse arrojándose por la ventana de su habitación, poniendo fin a meses de sufrimiento, dolor y angustia. Con él, no solo murió un símbolo de resistencia y de lucha, sino también la esperanza de encontrar una salida para todas aquellas personas que fueron perseguidas por el ejercito de Franco durante su dictadura en España.

Ricardo, Elenita, y Lalo fueron solo tres victimas de las tantas que se llevaron los franquistas en aquella época. El director, sin el uso de escenas sangrientas o explicitas de la guerra, nos simboliza la desesperación y el horror de vivir en aquella época como subversivo del poder.

Salvador, ya tranquilo por haber apoyado al gobierno de Franco develando la verdad de la familia Mazo, decide continuar con una existencia alejada del pueblo, de la Iglesia y de la vida de Elena; como en los inicios de la película, decide confesarse con su antiguo rector de Seminario para recibir el perdón de Dios. Sin embargo, la ironía del director es dejar en el espectador este sentimiento de injusticia, ya que ningún perdón podría borrar las atrocidades que Salvador había cometido, ni el dolor que le había generado a la familia Mazo. El perdón de Dios será, para Salvador, la única luz de esperanza; en su desorientación será para aquel girasol ciego un nuevo comienzo, una limpieza de su pasado y el inicio de un nuevo futuro. El film finaliza con Elena y su hijo llegando al pueblo donde vivía la tía de la protagonista, buscando en aquel lugar un nuevo comienzo, uno que no esté cargado de dolor, injusticia y desesperanza.

Escena de Los Girasoles Negros (2008)
Escena de Los Girasoles Negros (2008)

Conclusión

Los Girasoles Ciegos, es una película cargada de simbología, de interpretaciones y reconstrucciones sobre la Guerra Civil. El director, José Luis Cuerda nos recrea la vida de aquellas personas que debieron callarse, esconderse o huir del poder de Francisco Franco. Sus realidades cambiaron por completo, aquellas cosas que antes eran cotidianas se volvieron inalcanzables, sus derechos se vieron arrebatados y sus libertades esclavizadas. El temor y la oscuridad fueron parte de aquellas personas que lucharon por un destino diferente para su hogar, para su familia y su pueblo. El nombre de la película nos invita a reflexionar sobre cómo lo individual muchas veces predomina sobre lo colectivo aunque, sin embargo, ninguna acción personal deja de afectar al otro. Las decisiones y acciones que tomamos siempre tendrán una respuesta en la sociedad; el escondite de Ricardo no solo lo atravesó de manera individual, sino también a su familia la cual debió transformar su realidad en una totalmente diferente. Los deseos de Salvador por Elena, no solo lo llevaron a su perdición sino también a ella y a su entorno. La huida de Lalo en busca de un futuro mejor para Elenita y su futuro hijo, tuvo las consecuencias de un final trágico.

De esta manera, Los Girasoles Ciegos nos invita a pensar la desesperación o desolación no desde el plano individual, sino desde el colectivo, desde una mirada integrada con otros, y cómo las acciones de esos otros nos condicionan y limitan, transformando nuestra vida en otra completamente diferente.

Por tal motivo, el film es una recopilación de la historia española para perpetuar en la memoria colectiva aquellos años de injusticias y terror, permitiendo colocar un manto de luz y esperanza en los “girasoles ciegos” que alguna vez estuvieron desesperados buscando un nuevo comienzo, repleto de enseñanzas y aprendizajes para nunca más volver a vivenciar ese dolor.

Ficha técnica

Afiche de Los girasoles negros (2008)
Afiche de Los girasoles negros (2008)

Título: Los girasoles ciegos

Año: 2008

País: España

Duración: 95 minutos.

Dirección: José Luis Cuerda.

Guión: José Luis Cuerda, Rafael Azcona. Novela: Alberto Méndez.

Música: Lucio Godoy.

Fotografía: Hans Burmann.

Reparto: Maribel Verdú; Javier Cámara; Raúl Arévalo; Irene Escolar; Martiño Rivas; José Ángel Egido.

Productoras: Copia Cero Producciones, Televisión de Galicia (TVG), ICIC

Género: Drama | Drama social. Guerra Civil Española. Posguerra española

Premios

  • Premio Goya (2008): Mejor guion adaptado. 15 nominaciones
  • Premios Forqué (2008): Nominada a Mejor película
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