El laberinto del fauno. Cuando la fantasía se convierte en una realidad alternativa

Artículo realizado por Marcela Carolina Barrionuevo y Aldana Sgandurra.

Sufriendo y herida sobre la fría roca, la hermosa niña yace en el piso y una hebra roja como un rubí recorre su mejilla.

Por un lado, un mundo subterráneo, un mundo de fantasía, de magia, de seres mitológicos, un mundo de encanto, pero destinado a la oscuridad, a la negación de lo que hay más allá. Por otro lado, la realidad… cruel, despiadada, fría, manipulada por humanos necios, corruptos, enajenados por el poder de elegir quién vive o quién muere. La protagonista, Ofelia (Ivana Baquero) se encuentra entre dos mundos, en la bifurcación de dos caminos, en donde el bien y el mal se cruzan y se confunden, se protegen inventando un tercero, el de una realidad suavizada, una realidad para sobrevivir. La niña, ingenua, dulce, inocente y reflexiva cree en las hadas, lee en la realidad de las cosas su propia lectura, personaliza su vida con seres encantados o terroríficos, con juegos y desafíos, con realidades distintas, realidades que acarician, que suavizan, que calman, que la llevan a vivir cubierta de una frágil capa de cristal, la cual no durará por siempre.

El Laberinto Del Fauno (2006) es una película ambientada en la posguerra, en la que el director Guillermo Del Toro demuestra su capacidad de combinar la fantasía y la terrible realidad en una síntesis perfecta en la que una niña enfrenta la oscuridad de su vida con las maravillas que su mente es capaz de crear. En esta fábula, el director consigue transmitir el horror de la Guerra Civil Española y el franquismo apoyándose en el contexto de las infancias; más allá de constituir una “marca registrada” el uso de la fantasía por parte de Guillermo del Toro para transmitir un mensaje mucho más profundo y reflexivo, esta película describe a la perfección una realidad cruenta como la Guerra Civil pero desde la mirada de un incomprendido, de la inocencia de una niña como Ofelia; el director busca mostrar como dentro de la fragilidad hay una belleza única que unos pocos tienen el valor de mostrar y defender.

 

El Laberinto del Fauno
El Laberinto del Fauno

La fantasía irrumpe en un contexto real y de dolor

La Guerra Civil Española sumergió a España en una profunda y sangrienta lucha entre hermanos (Bando Republicano y Bando Nacional). Tuvo lugar entre 1936 y 1939; el presidente de España, Manuel Azaña, había sido elegido democráticamente, y al frente del ejército se encontraba Francisco Franco. Él y sus hombres darán el golpe de Estado. Esta situación fue el resultado de un proceso de inestabilidad política y económica que atravesaba el país durante la Segunda República, siendo la guerra fue un suceso que por tres años enfrentó de manera sangrienta a la población española, y llegó a su fin con el debilitamiento y derrota de los republicanos, llevando a la victoria a los sublevados en 1939. A partir de este momento, España entró en una dictadura militar bajo el poder del Gral. Franco hasta su muerte en 1975.

El bando republicano se nutrió de trabajadores, sindicatos, comunistas y anarquistas, obreros y hombres rurales. Sus enfoques políticos eran variados: liberales, anarquistas, socialistas y comunistas; todos compartían un mismo sentimiento antifascista, recibiendo el apoyo de los países democráticos de Europa y de la Unión Soviética. En cambio, el grupo de los nacionalistas estaba integrado por la burguesía, los terratenientes, las clases altas y, por supuesto, el ejército rebelde. Estos últimos, marcados por el “terror rojo”, temían las revueltas bolcheviques y sus ideales comunistas, por lo cual varios se insertaron en el régimen fascista naciente en la década del treinta. Por tal motivo, los sublevados recibieron el apoyo de Alemania e Italia que para esos momentos se encontraban bajo el mismo ideal político.

La Guerra Civil fue uno de los enfrentamientos más crueles de Europa, que dio como resultado el triunfo de Franco, iniciando una dictadura que dio  comienzo a décadas de opresión, censura y represión. España sufrió el aislamiento internacional, crisis agrarias, una economía inestable, el exilio de miles de personas, entre tantas otras situaciones negativas durante el mandato del general, hasta el momento en el que el dictador nombró al príncipe Juan Carlos de Borbón como su sucesor, quien tras la muerte de Francisco Franco fue coronado, restaurando la democracia de España en 1976.

Fascismo en El Laberinto del Fauno
Fascismo en El Laberinto del Fauno

Ser un distinto en un mundo de iguales

El film transcurre en la España de 1944, cinco años después de la finalización de la guerra. El mismo inicia con la historia de una princesa que varios siglos antes vivía en las profundidades de un reino donde el mal, la mentira y el dolor no existían; sin embargo, ella soñaba con el mundo de los humanos y el poder descubrir sus maravillas. Por lo cual, un día la princesa huirá del reino escapando al exterior donde se topó con la brillante luz del sol, la cual, le borró todo tipo de recuerdos de su vida. La princesa olvidó para siempre quién era y de dónde venía, su cuerpo sufrió todo tipo de dolores y luego de varios años, finalmente murió. No obstante, su padre, el rey, sabía que el alma de su hija volvería en otro tiempo, en otro lugar y en un nuevo cuerpo; él la esperaría hasta el fin de los días.

Es de esta manera, como Guillermo del Toro da inicio a una película protagonizada por Ofelia y su débil madre, Carmen (Ariadna Gil) quien se encuentra atravesando un embarazo muy delicado que la pone en riesgo junto a su bebé. Ambas son trasladadas a las montañas fuera de Madrid; allí en un campo fascista, se encuentra con el que será su nuevo esposo y padre del futuro hijo de Carmen, Vidal (Sergi López), un Capitán del ejército de Franco. Él es un hombre en extremo cruel que encuentra placer en la tortura y la muerte de los miembros que aún luchan en la Resistencia Republicana. Vidal y Ofelia no tienen ningún vínculo afectivo. Todo lo contrario: sus personalidades son tan distintas que la niña cuestiona a su madre por el hecho de haberse casado con ese hombre que la destrata y minimiza en su voluntad hasta el hecho de hacer todo lo que él le pide. La zona rural a la que llegan está rodeada por un magno bosque, aquellos frondosos espacios en los que la resistencia se oculta del ejército de Franco.

Otros personajes necesarios para construir esta trama son Mercedes (Maribel Verdú), el ama de llaves de la casa, y el médico del pueblo (Álex Angulo). Ambos coinciden en su afán de ayudar a aquellos que aún resisten al régimen desde las montañas contribuyendo con alimentos, medicamentos y cualquier tipo de socorro que requieran. Mercedes no solo desempeña su rol en la casona rural sino que tolera las perversiones del Capitán sabiendo que, de esa manera, puede conseguir recursos y ayuda para apoyar a su hermano y a los hombres que lo acompañan en la lucha. El médico, un hombre sensible, honesto y leal desafía  sus propios miedos para colaborar con la Resistencia, sin importar el costo que este acto conlleva. 

Ofelia, con sus trece años, va y vuelve de distintas realidades, puede incursionar en el rico laberinto de fantasías de su mente. Es dueña de un mundo protagonizado por hadas y seres mitológicos. La niña encuentra en la lectura un sinfín de puertas para la imaginación, capaces de llevarla a otro plano una y otra vez. La realidad de Ofelia se teje con los hilos dorados de la fantasía. Cada día, lo cotidiano es atravesado por la magia, el encanto,  y el terror. Un espacio que le permite resguardarse de todo tipo de dolor o injusticias, las cuales son inexplicables para ella. 

Al llegar a la villa, la niña se topa con un jardín antiguo y descuidado, un viejo laberinto que la perturba inmediatamente y demuestra estar deseosa por explorarlo. Mercedes la intercepta y la alerta diciéndole que no es un lugar adecuado para ella. ¿Y el laberinto de su mente? Aquel inhóspito lugar en donde entierra lo más reprimido, ese lugar subterráneo al que no llega la luz, ese lugar inconsciente que la protege en los momentos más oscuros. La niña pronto descubre que el insecto que la siguió todo el camino es un hada, y es junto a ella que vivirá una sucesión de hechos maravillosos. El hada la guiará hacia un lugar subterráneo dentro del laberinto; allí se encontrará con un fauno que afirmará que la ha estado esperando toda su vida y que en realidad ella, Ofelia, es la princesa perdida de aquel mundo encantado. Este maravilloso ser le propondrá cumplir con tres pruebas, escabrosas, aterradoras y peligrosas antes de que salga la luna llena, con las que demostrará si es tan valerosa como para regresar a su mágico reino, donde su familia y el pueblo la esperan con ansias.

Ofelia busca cumplir sus pruebas una a una y construir poco a poco, el camino de regreso a su reino; mientras tanto, Vidal se obsesiona con acabar con la resistencia republicana cueste lo que cueste. Su accionar es despiadado y cruel, en él no hay ni un rasgo de bondad ni de respeto por la vida. Sin embargo, la peculiaridad de este personaje se encuentra en su obsesión por el tiempo, un reloj de bolsillo es su fiel compañero. Las agujas del reloj ofician de marca pasos para cada una de sus decisiones. El tiempo es efímero, no espera por nadie ni devuelve lo que fue, es simplemente un conjunto de tic tacs que marcan el ritmo de la propia vida, es un objeto vacío que requiere de sentido para valer por sí mismo. Es junto a Vidal una referencia a su personalidad, un hombre sin sentimientos que solo actúa por propia obediencia y voluntad sin importar el daño que ocasiona su accionar. No busca volver atrás, para él los daños no tienen un significado propio: son simplemente un castigo a la falta de lealtad.    

En el medio, Carmen camina por la fina línea de la vida y la muerte, no solo la suya sino la del fruto de su vientre. Su hijo se encuentra muy débil debido a la salud de su propia madre. La mujer debe descansar y hacer todo el reposo posible para poder recuperarse; por tal motivo, Mercedes acompaña a Ofelia en este tránsito entre la realidad y la fantasía. La niña le demuestra que se preocupa por ella y el cariño entre ambas se sintetiza en una dulce nana, un vínculo que las ayudará a atravesar los momentos de crueldad y horror dentro de la casona rural. 

Escena de la película El Laberinto del Fauno
Escena de la película. Extraída de https://www.filmaffinity.com/ar/movieimage.php?imageId=994337891

Lo maravilloso y fantástico, se convierten en refugio de lo cotidiano

La poesía, con todos sus recursos, plena de metáforas, personificaciones y exquisitas rimas enriquecen las líneas de diálogos entre los personajes. Todo esto se fusiona con las hermosas imágenes, las luces, los planos y la música de fondo. Cada una de las escenas diseñadas por el director es pensada con un fin, nada fue puesto al azar. Cada uno de los personajes muestra diferentes facetas de la propia vida: el espectador advierte como aquellos monstruos o fantasmas que muchas veces cree temer de pequeño, pueden convertirse en los verdaderos héroes de una historia; los villanos no son más que simples seres humanos que con sus actos cometen atroces sucesos que marcan la historia para siempre.  

La carga de sostener el reino de ilusiones cae sobre la infantil espalda de la niña que teme no poder regresar a ese mundo de magia que la espera para ser feliz. Al despertar del ensueño de su fantasía, tendrá que enfrentar la cruel realidad que la rodea: un mundo en guerra atravesado por el dolor, la ira, la mentira y la crueldad;  una realidad que la asusta y atormenta pero no con seres irreales sino con humanos comunes y corrientes que toman decisiones, sin importarles los demás. 

Ofelia se convierte en la representante de aquellos niños que vivieron y sufrieron la crueldad de la guerra, de aquella generación cercenada, de aquellas infancias perdidas y huérfanas de padres, de alegría, de juegos y de risas. Vidas que se vieron truncadas por las decisiones de personas con codicia de poder y cegadas por el odio y la crueldad. 

La cotidianidad en la que se desenvuelve la trama es oscura, el uso de los colores es apagado y tenue a fin de transmitir al espectador el efecto de una realidad atravesada por la tristeza. Y es de esta misma realidad de la cual Ofelia intenta escapar continuamente, buscando en su mente de fantasía una respuesta al dolor. Sin embargo, no todos tendrán esta suerte, ya que varios de los personajes señalan haber perdido la posibilidad de soñar, de creer y desear un mundo mejor, lejos de aquel sentimiento de terror que hacía varios años atormentaba sus vidas. 

Vidal representa los horrores de la guerra, los manipula, los promueve, él controla el tiempo con el tic tac de su reloj, tic tac que mide los segundos, los minutos, las horas que les quedan de vida a los miembros de la resistencia. Un tic tac que mide el terror del martillo que golpea los huesos, un tic tac que celebra la tortura, la vejación y la humillación, un tic tac que celebra la muerte. La muerte de muchos, la muerte de todos, la muerte de un sueño y de una lucha, la muerte de una historia embebida de dolor y de pena. 

El ejército de Franco, luego de varios enfrentamientos con la guerrilla, se encontraba cada vez más debilitado, su posición en las montañas ya no era como al principio, sumando que el poder de Vidal disminuía con cada decisión errónea que tomaba. Dentro de estos conflictos, Carmen da a luz al hijo del comandante, un varón muy pequeño y débil; la mujer, sin embargo, luego de un parto doloroso muere dejando un vacío enorme en la vida de Ofelia, quien busca refugio en los brazos de Mercedes. Sin embargo, la niña es visitada por el fauno quien le indica los pasos a seguir para cumplir la tercera y última misión antes de la luna llena. La misma consistía en llevar al pico del laberinto a su hermano recién nacido: su sangre, la de un inocente abriría el portal para regresar a su reino. Ofelia, sin saber de esta situación, toma a su hermano y se dirige al lugar pactado por el Fauno. En la travesía hacia el laberinto, un monstruo de carne y hueso persigue a la niña, un monstruo con la cara cortada y con sus manos llenas de la sangre de otros. Ofelia corre con su hermano en los brazos y llega al lugar indicado. 

Allí, el ser mitológico le ordena tomar al niño y derramar un poco de su sangre en la abertura del laberinto; la pequeña Ofelia se niega a lastimarlo y la prueba queda concluida; aquel monstruo que perseguía sus pasos era Vidal, logrando alcanzarla y robarle la vida, su alegría y su forma de ser. En pequeños tic tac el alma de la protagonista es arrebatada. Sufriendo y herida sobre la fría roca, la hermosa niña yace en el piso y una hebra roja como un rubí recorre su mejilla. La sangre de una inocente alcanza la puerta de la magia. Ofelia vuelve a su mundo dorado de fantasías, en el que su padre y su madre la esperan para estar juntos nuevamente… con una gota de sangre, su sangre inocente, la fantasía se convierte en realidad.

Escena de El Laberinto del Fauno.
Escena de El Laberinto del Fauno.

¿La fantasía se vuelve real?

Con este final cruento e inesperado, la película concluye con un mensaje que recorre todo el film. La vida de Ofelia estuvo marcada por momentos de alegría pero sobre todo, por momentos de tristeza y dolor; sentimientos negativos que marcaron su vida y la de muchos otros que tuvieron que atravesar las crueldad de la guerra. Guillermo del Toro es un consagrado director que busca dejar una huella reflexiva con cada una de sus películas. En este caso, demostrar como muchas veces de pequeños nos asustamos por monstruos imaginarios y temerosos, con fantasmas y leyendas, pero en realidad, no son ellos los verdaderos villanos sino lo son aquellos seres humanos comunes y corrientes que con sus acciones cambian el correr de la historia a partir de una urdimbre tramada con venganza y rencor. El director, busca profundizar en aquellas distintas personalidades que no acostumbramos a ver en la vida cotidiana, personas como Ofelia, inocentes, bondadosas, humildes, y soñadoras. Personas que no temen mostrarse tal cual son, defendiendo sus deseos y sus sueños, luchando por crear un mundo mejor al que viven. Seres que en estas sociedades modernas son incomprendidos.  

La muerte de Ofelia no es en vano, sino, desde nuestro punto de vista, da inicio al mundo al que ella pertenecía, el reino de las fantasías y lo maravilloso. Su muerte no fue más que el simple reflejo de la tragedia y del dolor que se vive en la tierra, una demostración de que la condición humana está determinada por el sufrimiento siendo su final la escapatoria para ingresar al mundo de los sueños. La vida terrenal queda marcada por la acción de los seres humanos, tanto de manera negativa como positiva; Vidal buscaba ser recordado a través del terror y el dolor, aspiraba ser alguien importante y valeroso pero su muerte en manos de la resistencia logró que su nombre jamás vuelva a ser nombrado ni siquiera a su propio hijo. En cambio, el nombre de Ofelia quedará grabado por siempre en todas aquellas personas que la amaron y redescubrieron en ella la posibilidad de volver a soñar. Con ella quedarán retazos de su paso por el mundo terrenal pero solo podrán entenderlos aquellos que sepan dónde mirar… 

Imagen de uno de los afiches promocionales de la película.
Imagen de uno de los afiches promocionales de la película.

Ficha técnica

Afiche promocional de la película. Extraido de https://www.filmaffinity.com/ar/film977734.html
Afiche promocional de la película. Extraido de https://www.filmaffinity.com/ar/film977734.html

Título original: El laberinto del fauno

Año: 2006

País: España

Duración: 112 minutos.

Dirección: Guillermo del Toro.

Guión: Guillermo del Toro.

Música: Javier Navarrete.

Fotografía: Guillermo Navarro.

Reparto: Ivana Baquero; Sergi López; Maribel Verdú; Doug Jones; Ariadna Gil; Álex Angulo; Federico Luppi; Roger Casamajor; Fernando Tielve; Pepa Pedroche; José Luis Torrijo; Ivan Massagué.

Género: Fantástico; Drama; Thriller; Vida rural; Años 40; Posguerra española; Monstruos; Cuentos.

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