Las mentalidades en el Ministerio del Tiempo

por Aldana Sgandurra, Clara Sana y Diego Califano

Cada uno de los agentes y funcionarios en el Ministerio del Tiempo tiene su impronta: algunos de ellos son esquemáticos y metódicos; otros, impulsivos y apasionados; o sentimentales y cautelosos. Todos presentan una serie de habilidades y cualidades que los convierten en personajes únicos de la serie. 

Al momento de encarar una misión y viajar por el tiempo, los agentes despliegan todas esas herramientas y vuelcan de lleno su personalidad, logrando complementarse con el resto de su equipo para que el resultado sea un éxito y el tiempo siga siendo el que es. 

Al momento de encarar una misión y viajar por el tiempo, los agentes despliegan todas esas herramientas y vuelcan de lleno su personalidad, logrando complementarse con el resto de su equipo para que el resultado sea un éxito y el tiempo siga siendo el que es. 

Amelia Folk

Amelia Folk es una de nuestras agentes en el Ministerio del Tiempo. Una mujer que siente la contradicción de haber nacido en una época en la que el accionar de las mujeres estaba restringido por costumbres conservadoras y patriarcales, pero que puede desenvolverse en otro tiempo donde los conocimientos y las capacidades de las mujeres son sumamente valorados, y puede sentir la comodidad para desarrollarse y exponer sus ideas. 

Su pasión por el conocimiento y el cultivo de la mente colaboran en el aporte intelectual al equipo. Sus habilidades y la puesta en práctica de su ingenio generan siempre nuevas estrategias para llevar a cabo las misiones que les encomiendan, e incluso, ha sabido cómo salvar las vidas de sus compañeros en múltiples ocasiones.

Sin embargo, las contradicciones que ella identifica no se presentan sólo en el campo ideológico, sino que también las manifiesta en el aspecto sentimental. El amor de Amelia no corresponde a su época, y a pesar de generar felicidad en ella, no podría jamás adecuarse a los parámetros que la sociedad decimonónica le impone. 

Otras de sus características son la honestidad, la responsabilidad y la transparencia: es una mujer llena de valores y virtudes, que se desempeña con habilidad entre dos tiempos muy distintos. Nuestra agente ha pagado el precio del desamor, la discusión o el resentimiento con tal de exponer su punto de vista y actuar en función de su conciencia. Siempre intentando hacer lo correcto, experimenta la oposición entre el deber y el querer ser, elemento tan trabajado por la serie. 

Enfrentándose permanentemente a la ideología y las costumbres de su época, las cuales no la representan, y desenvolviéndose con soltura en un mundo moderno que le exige poner todas sus habilidades a prueba, Amelia no deja de estar a la altura de su misión: preservar el tiempo y la historia como deberían ser.

Irene Larra

Irene Larra, supervisora en el Ministerio del Tiempo, es quien recluta y forma a los agentes que se integran a la organización. Esta tarea la realiza junto a Ernesto Jiménez, jefe de operaciones y vigilancia en el Ministerio. Fue incorporada a la institución gracias a Armando Leiva, quien la instruyó para que trabajara en la preservación de la historia y le enseñó útiles estrategias para desenvolverse como agente. 

Irene comparte y respeta el ideario de la institución, aunque a veces opta por saltarse algunas reglas poniendo su sensibilidad por encima de lo normado. De pocas palabras y con un inteligente sentido del humor, sabe cómo relacionarse con las figuras de todas las épocas, demostrando versatilidad al momento de ingresar a las misiones. 

En ningún momento se muestra temerosa por las tareas que le toca realizar: ha auxiliado a la patrulla protagonista en momentos de encrucijadas. Tampoco duda en oponerse ante determinados planteos de su jefe, Salvador Martí. En resumen, valiente y rebelde son dos palabras que cuadran con su personalidad.

Irene ingresó al servicio como agente en el año 1960: su vida estaba al borde del colapso, y eso se debía en gran medida a que su forma de vivir no cuadraba con los parámetros y los modelos de la época. Gracias a que trabaja en el siglo XXI, la agente Larra vive sin contradicciones y en todo momento puede mostrarse tal cual es: una mujer fuerte y decidida.

Salvador Martí

Salvador Martí, subsecretario del Ministerio del Tiempo, es quien carga con la inmensa responsabilidad de dirigir un organismo público en el que coexisten mentalidades y códigos de diversos momentos históricos. ¿Su tarea? Estar en la primera línea de defensa del correcto curso de la historia, y enviar a los agentes a que recompongan las alteraciones temporales.

Cuando vemos su accionar en la serie, muchas veces lo sentimos parco al momento de tomar decisiones. No es fácil adaptarse a las mentalidades de cada una de las épocas a las que debe enviar a sus agentes, como así tampoco, lidiar con el malestar que le genera la burocracia administrativa. Si bien se muestra absolutamente respetuoso de las normas, en muchas ocasiones ha hecho excepciones para defender los intereses de la organización.  

Salvador brega por el cuidado de los agentes, pero asume que si no se los puede rescatar del peligro, no hay que arriesgarse en pos de preservar la integridad del resto de los trabajadores de la institución. Constantemente remarca el paradigma que rige al Ministerio y procura que no haya desbarajustes en su funcionamiento: si esto ocurre, se encoleriza fácilmente. 

Muchas de sus reacciones nos mueven a la risa: sus enojos con Velázquez, los reproches a Angustias (su secretaria personal), los desconciertos frente a determinados planteos o acciones. El personaje de Salvador, además de divertirnos, nos interpela con el respeto por su sabiduría y experiencia: varios años de ocupar el cargo de subsecretario le han dado, por un lado, el entrenamiento para desenvolverse con soltura en su función, y por el otro, la templanza para saber qué decisión tomar en cada momento.

Alonso de Entrerríos

Encontramos también a Alonso de Entrerríos, un hombre del siglo XVI, con pensamientos, valores y costumbres completamente diferentes a las contemporáneas, que fueron mutando en su paso por el Ministerio. Esta versatilidad demuestra en nuestro personaje una gran capacidad de adaptación, si bien cuestiones como la tradición o el honor, tan características en la mentalidad de la época de Alonso, se perciben inalterables en su persona. Nuevos amigos y amores generan en él la motivación por querer incorporar nuevas formas de ver la vida en el siglo XXI y también la permeabilidad para hacerlo.

Alonso es un soldado ferviente que defiende con valor a su tierra, sin importar la época en la que se encuentre, y que daría hasta su vida por proteger a sus compañeros. Este personaje se muestra sorprendido ante los avances tecnológicos del presente: en diferentes capítulos se le presentarán objetos o expresiones cotidianas, que lo dejarán desconcertado, dando ese tinte carismático e inocente que tanto nos atrae. 

El agente Entrerríos es uno de las figuras más icónicas de la serie, un eslabón que coexiste entre las mentalidades de los distintos tiempos: su pensamiento representa un contraste entre el pasado y el presente, mostrándonos como una persona con una mentalidad tan anticuada puede acoplarse a las ideas modernas. Si bien en el pasado su arma era una espada para defender sus ideales, en el presente deberá utilizar su valor como escudo para pelear por una misión y proteger a los que ama.

Julián Martínez

Julián Martínez es el único integrante de la patrulla que tiene la particularidad de pertenecer al presente; y es uno de los personajes más transparentes, ya que se guía por lo que nace de su corazón. De hecho, antes de ser reclutado por el Ministerio era un enfermero, profesión a la que le brindaba toda su dedicación y compromiso: la misma le permitió lograr empatía con el otro, sentimiento que mantendrá a lo largo de las temporadas. A pesar de ser un personaje introvertido, el agente Martínez no duda en entregarse a quienes necesitan ayuda. 

Julián se destaca por su manera de ver al mundo, no solo desde el presente, sino también aprendiendo de los errores del pasado. Logra dejarnos en cada episodio alguna frase o inquietud que nos invita a replantearnos ciertos comportamientos. El personaje de Julián está fuertemente ligado con sus sentimientos y emociones: esto le traerá grandes riesgos, ya que cuestiona absolutamente todo el funcionamiento del Ministerio y el curso de la historia. A pesar de esto, podrá combatir contra aquellos impulsos convirtiéndolo en uno de los personajes más auténticos. 


La producción de “El Ministerio del Tiempo” nos regala una gran riqueza a través de los diálogos que se entremezclan en su guión. Los dichos y frases que nos van acompañando capítulo a capítulo son las puertas de acceso a un sinfín de códigos, valores, intenciones y por sobre todo, de mentalidades.

En el estudio de la Historia, y puntualmente de la Historia de las mentalidades, es inevitable el abordaje de las ideas y de las formas de pensar: ellas subyacen a toda acción. Es imposible que entendamos el curso de los hechos y de las decisiones que les dan forma, si no nos detenemos a analizar las ideas que motorizaron todos los procesos.

En “El Ministerio del Tiempo”, los diálogos nos permiten conocer a cada uno de sus personajes; sus modos de pensar y de proceder; y principalmente, el entramado de su guión nos permite jugar con el intercambio de visiones asincrónicas en un mismo tiempo. Cada agente del Ministerio trae consigo una riqueza cultural y mental que lo caracteriza y se vislumbra a través de lo que dicen y hacen, empatizando con el público en cada misión que emprenden.  



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