A fines del siglo XVI, los señoríos del rey católico —título concedido en 1496 por el papa a los reyes de España— se desplegaban en los continentes europeo y americano, en las costas africanas, en las del océano Índico, en los golfos Pérsico y de Bengala, Indonesia, Filipinas y puntos concretos de Oceanía. Era el primer imperio en la historia de la humanidad que había alcanzado tal proyección y cuya existencia estaba contribuyendo a ligar las diversas regiones del planeta por lazos culturales y económicos. Sin embargo, un dominio de tales dimensiones tenía también sus límites, pues si las Indias Occidentales, al menos los territorios más sofisticados socialmente, habían sido incorporadas de iure y facto al mundo occidental, en África y Asia los europeos se limitaban a controlar pequeños territorios que les permitían liderar el comercio regional, pero no vislumbraban seriamente reemplazar a los grandes poderes locales.

En Hispanofilia. Los tiempos de la hegemonía española, texto que nace de la experiencia de archivo y lectura, José Javier Ruiz Ibáñez aborda la Monarquía Hispánica y explica su hegemonía, enmarcándose en torno a los años 1570 a 1610 y apostando, a su vez, a esa gran expansión que tuvo en las últimas décadas del siglo XVI su punto culminante. A través del concepto Hispanofilia se aproxima a lo que fue y lo que pudo ser la Monarquía Hispánica. Este marco analítico permite entender que la hegemonía hispana, construida de realidades y representaciones, fue el resultado de la confluencia, no poco contradictoria y no poco desordenada, de múltiples proyectos, estrategias y apuestas políticas coyunturales. Lejos de ser un designio únicamente ibérico o una iniciativa exclusivamente regia y dinástica, las sincronías que hicieron visible el —no poco fantasmagórico y muy real— poder español expresaban ambiciones y cuitas bien diversas. Adhesión, afinidad, dependencia, alianza, sumisión, cooperación y esperanza son algunas de las palabras que se encierran en este término de Hispanofilia.

Ruiz Ibáñez reivindica también una historiografía que, más allá de la actual hegemonía anglosajona, se nutra de las diversas historiografías, amplíe sus objetos de análisis enriqueciéndose con la experiencia de las demás y construya un marco de reflexión conjunto que supere los almidonados límites nacionales, el monolingüismo anglosajón y el peso de las modas. La llamada historiografía de los mundos ibéricos es considerada entonces como un espacio de convergencia de diversas sensibilidades científicas y propuestas de interpretación diferenciadas que tienen en común un claro sentido pos-nacional del pasado.

El presente libro intenta responder, por lo tanto, cómo esa Monarquía logró su momento de mayor proyección y cómo esto fue posible gracias a que más allá de sus fronteras muchas personas apostaron por aliarse con el rey de España para lograr sus propios fines. Para ello, se organiza en seis capítulos en los que temática y cronología ordenan la información sin agotarla: los medios de percepción de la Monarquía desde su exterior, las tensiones de sus vecinos, el desarrollo y los recursos implicados en las intervenciones en esos territorios, los exilios en la Monarquía y los discursos producidos por los partidarios del rey de España para atraer su ayuda.