En la Hispanoamérica colonial, los extranjeros se convirtieron en objeto de regulación estatal, principalmente como parte de campañas de expulsión. Así, su prohibición explícita, ya sea de viajar o establecerse en América, fue una característica distintiva del dominio colonial español. Sin embargo, allí vivieron inmigrantes de distintos orígenes, pues era difícil para los contemporáneos de la época determinar la nacionalidad de una persona extranjera. Para evitar el riesgo de ser denunciados y deportados, la población incluso los presionó para que se integraran en la sociedad, cuestión que ayudó a reducir el potencial de conflicto que suponía la presencia de personas percibidas como extranjeras y no españolas en territorio americano.

Geduldete Fremde. Spaniens Kolonialherrschaft und die Extranjeros in Amerika, libro reciente de Martin Biersack, analiza dicha temática, centrándose específicamente en los años 1700 a 1810. Aquí, el autor observa como en materia regulatoria participaron diversos actores políticos, tales como los cabildos, consulados, gobernadores, virreyes, el Consejo de Indias y el propio rey. No obstante, los inmigrantes también desempeñaron un papel activo en la negociación de su permanencia.

A través del concepto “Extranjero”, Biersack señala que este no era una categoría existencial que describía la esencia misma de una persona, sino que era el resultado de una designación social fundamentada en un aspecto relacional. Es decir, en una determinada situación, una persona era calificada como extranjera por otra según su relación con esta misma. Desde una perspectiva regulatoria, los extranjeros eran una realidad abstracta que primero debía llenarse de contenido. Por lo tanto, un actor primero tenía que asignar a una persona dicha categoría, siendo esta última objeto de procesos de negociación política y regulación estatal.

Para agregar, el autor reflexiona que cualquier persona que estudie a los extranjeros en Hispanoamérica se encontrará con una gran cantidad de casos, en los que la situación de vida y las acciones del presunto extranjero jugaron un papel tan importante como también los conflictos frente a las autoridades locales, la legislación y el contexto político. Pese a la legislación restrictiva en materia de extranjeros, la monarquía española no podía prescindir de los servicios intermediarios de algunos de ellos, como los comerciantes, cuyas redes permitieron un intercambio tras-imperial de bienes, personas e información a través de mares y fronteras.